A la única cosa que no le podés esquivar es a la muerte.
Ya lo dice la canción… que nos da una vida de ventaja.
Encima de que tenemos ese plus, tratemos de no desaprovecharlo.
No tiremos papeles al viento, a ver si la brisa los pone delante de sus ojos.
Capaz que reencarnás en una lombriz en doscientos años y este año te reprimiste de decir lo que sentías,
o de hacer lo que querías,
o hiciste eso que no querías,
o dijiste eso que no sentías.
No juegues con tu tiempo,
porque es como el minuto de vida que se pierde por cada pucho que fumás. O la hora.
Hacé lo que te haga bien.
Alejate de las personas tóxicas.
No te juzgues ni dejes que lo hagan.
¿Tenés atragantado eso que ibas a decir, pero te quedó en la punta de la lengua? Después te mordiste los labios, lo dejaste pasar y ahora pensás que es tarde… ¿Decilo? Si ya perdiste todo por no decirlo a tiempo, al menos sacate esa espina clavada.
Dejá la inmortalidad para los cuadros en los museos.
Nosotros somos finitos, ínfimos, efímeros.
A veces pasamos más tiempo en el pasado que en el presente.
O nos colgamos elucubrando situaciones de un futuro que ni llegó, ni existe, y que no va a existir a menos que empecemos a vivir el presente.
Hablá con tus actos.
Sé vos.
Buscate y encontrate.
Mirate las veces que sea necesario hasta que te gustes.
Y, si algo no te gusta, cambialo.
No es magia ni azar.
Sos vos.
Vos y tus decisiones.
Los caminos que elegimos.
Las palabras que decimos.
Somos.
Sin ornamentos ni disfraces.
Seamos lo que deseamos.
Deseemos fuerte.
Seamos felices.
La vida es hoy.